El papa Francisco renovó su preocupación por los conflictos mundiales, además se refirió en su mensaje navideño a la crisis en Venezuela, y pidió la intervención divina para que al pueblo “no le falte el auxilio que necesita”, frente a la crisis económica, política y social que afecta al país.
Francisco pronuncia su discurso desde el mediodía frente a miles de fieles en la Plaza de San Pedro, en la Ciudad del Vaticano. La bendición “Urbi et orbi” se realiza dos veces al año, en Semana Santa y Navidad.
“Que el niño de Belén sea esperanza para todo el continente americano, donde diversas naciones están pasando un período de agitaciones sociales y políticas”, indicó el Papa.
Luego, se refirió en específico a la situación del país caribeño. “Que (Jesús) reanime al querido pueblo venezolano, afectado largamente por tensiones políticas y sociales, y no le haga faltar el auxilio que necesita”, expresó Francisco. “Que bendiga los esfuerzos para favorecer la justicia y la reconciliación”, añadió.
Respecto al panorama mundial, y en clara alusión a los conflictos de Siria e Irak expresó: “Hay tinieblas en los conflictos económicos, geopolíticos y ecológicos, pero más grande es la luz de Cristo”.
En ese marco, el Santo Padre renovó también sus deseos para «el pueblo libanés» y que «pueda salir de la crisis actual y descubra nuevamente su vocación de ser un mensaje de libertad y de armoniosa coexistencia para todos». «Que el Señor Jesús sea luz para la Tierra Santa donde Él nació, Salvador del mundo, y donde continúa la espera de tantos que, incluso en la fatiga, pero sin desesperarse, aguardan días de paz, de seguridad y de prosperidad», planteó, en otro de sus ejes recurrentes al reclamar por la paz global.
«Que sea consolación para Irak, atravesado por tensiones sociales, y para Yemen, probado por una grave crisis humanitaria», sostuvo, antes de pedir también por «la querida Ucrania, que aspira a soluciones concretas para alcanzar una paz duradera». Frente a miles de fieles que lo escucharon en la Plaza San Pedro, el Papa pidió «que el Señor recién nacido sea luz para los pueblos de África, donde perduran situaciones sociales y políticas que a menudo obligan a las personas a emigrar, privándolas de una casa y de una familia», especialmente en República Democrática del Congo, Burkina Faso, Malí, Níger y Nigeria.
Antes de hablar desde la Basílica, el Papa había enviado un mensaje especial a los líderes de Sudán del Sur, a donde podría viajar en 2020, para animarlos hacia la «reconciliación y fraternidad» en el país. Desde la Basílica, Francisco pidió además por quienes «deben emigrar con la esperanza de una vida segura».
«La injusticia los obliga a atravesar desiertos y mares, transformados en cementerios. La injusticia los fuerza a sufrir abusos indecibles, esclavitudes de todo tipo y torturas en campos de detención inhumanos», agregó en defensa de los derechos de los migrantes. «La injusticia les niega lugares donde podrían tener la esperanza de una vida digna y les hace encontrar muros de indiferencia», finalizó.