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Francisco realizó un llamado al FMI y pidió sensatez para exigir pago de deudas

El papa Francisco demandó hoy ante las máximas autoridades del Fondo Monetario Internacional (FMI) que no se exija a los países que salden sus pasivos con «sacrificios insoportables» para sus pueblos.


El Santo Padre expuso en el Seminario «Nuevas Formas de Solidaridad» organizado por la Pontificia Academia de Ciencias Sociales en el Vaticano, en el que se encuentra presente la directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva.

También asistió Martín Guzman, ministro de Economía de Argentina, un país profundamente endeudado con el Fondo que está demandando la reestructuración de su deuda con menores intereses y plazos más extensos de pago.

El Papa, que el viernes recibió al presidente argentino Alberto Fernández, dijo que la deuda pública contraída en no pocos casos para impulsar el desarrollo económico de un país puede constituirse «en un factor que daña y perjudica el tejido social cuando termina orientada hacia otras finalidades, como la especulación financiera o el financiamiento de la fuga de capitales».

«No estamos condenados» a la desigualdad social o a la «parálisis frente a la injusticia», remarcó.

Un «mundo rico y una economía vibrante pueden y deben terminar con la pobreza», «generar respuestas creativas» para incluir y alimentar a los más desvalidos en lugar de excluirlos», insistió el Papa.

Y desgranó el camino a seguir: crear una «nueva arquitectura financiera internacional» que apoye el desarrollo de los países pobres, aliviando su deuda, sin paraísos fiscales, evasión y blanqueo de dinero «que roban a la sociedad», con gobiernos que defienden la justicia y el bien común «con respecto a intereses de las empresas y multinacionales más poderosas».

Las exigencias morales de Juan Pablo II en 1991 resultan asombrosamente actuales hoy, dijo Francisco y citó su frase: «Es ciertamente justo el principio de que las deudas deben ser pagadas.

No es lícito en cambio exigir o pretender su pago cuando este vendría a imponer de hecho opciones políticas tales que llevaran al hambre y a la desesperación a poblaciones enteras».

«No se puede pretender que las deudas contraídas sean pagadas con sacrificios insoportables. En estos casos es necesario encontrar modalidades de reducción, dilación o extinción de la deuda compatibles con el derecho fundamental de los pueblos a la subsistencia y al progreso», completó Francisco.

El Papa argentino agregó que existen «estructuras de pecados» que incluye repetidos recortes de impuestos para los más ricos justificados muchas veces en nombre de la inversión y el desarrollo».

También habló críticamente de «paraísos fiscales para ganancias corporativas» y objetó que «la posibilidad de corrupción por parte de algunas de las empresas más grandes del mundo están no pocas veces en sintonía con algún sector político dominante».

Con Guzmán y Georgieva sentados al lado, el papa pidió que se construyan «puentes que favorezcan el desarrollo de una mirada solidaria desde los bancos, las finanzas, los gobiernos y las decisiones económicas».

«A la globalización de la indiferencia la he llamado inacción. San Juan Pablo Segundo las llamó estructuras de pecado. Tales estructura encuentran una atmósfera propicia para su expansión cada vez que el bien común viene reducido o limitado a determinados sectores o cuando la economía y las finanzas se vuelven un fin en sí mismo. Es la idolatría del dinero, la codicia y la especulación», expresó Francisco.

A eso, acotó, se suma «el vértigo tecnológico exponencial que incrementa a pasos jamás vistos la velocidad de las transacciones y la posibilidad de producir ganancias concentradas sin que estén ligados los procesos productivos ni a la economía real».

Agencia del Plata

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